Imagen: Obra de Felipe Giménez.
Con ocasión al mes en que se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, el 10 de Octubre, alojando las inquietudes de un grupo de estudiantes de nuestra Universidad, quienes le acercaron a la Secretaría de Bienestar de la Universidad Nacional de Villa María su preocupación respecto a situaciones vinculadas a la salud mental que muchxs estudiantes estaban vivenciando, realizamos un encuentro entre estudiantes referentes de las agrupaciones estudiantiles de la UNVM y un equipo de profesionales de la Secretaría de Bienestar, para trabajar de forma conjunta una red de cuidados colectiva que fortalezca y proteja nuestra salud mental.
En este encuentro las inquietudes giraron en torno a: ¿de qué hablamos cuando hablamos de salud mental? ¿cuándo estamos delante de una problemática de salud mental? ¿qué acciones tomar? Estas preguntas nos sirvieron de guía para acercarnos a respuestas que apuntaron a la inclusión de la temática en el entramado social, no sin considerar la singularidad: “hablar de salud mental implica que no me pasa solo a mí” .
La salud mental es un asunto de todxs
Consideramos que para hablar de salud mental es necesario dilucidar qué se entiende por tal noción en cada época. La salud mental en tiempos de pandemia nos vuelve locx a todxs. Podemos decir que en la actualidad asistimos a una exteriorización de cierto malestar bastante generalizado, por el modo en que la pandemia por COVID-19, el consiguiente distanciamiento social, la crisis económica y social consecuente, atraviesan la vida, y con ello los cuerpos y subjetividades de todxs y cada unx de nosotrxs, sin excepción.
En 2019 recibimos en la localidad de Villa María, al Dr Emilio Vaschetto, psiquiatra y psicoanalista, en ocasión de la presentación de su libro “Ser loco sin estar loco”. Vaschetto sostiene que “la locura nos concierne a todos”; del mismo modo es posible extender la afirmación “la salud mental es un asunto de todxs”. El autor nos invita a pensar la salud mental desde la locura, sosteniendo la pregunta a la inversa, ¿cómo es que no estamos todos locos?, decir qué es la locura no es lo difícil, sino que lo realmente complejo es pensar cómo es que no estamos todxs locxs.
Haciendo un poco de historia
En el siglo XVIII la locura era considerada desorden mental que se debía controlar con el encierro; con el advenimiento de la clínica psiquiátrica el loco se convierte en objeto del saber médico, desde cuyo método, la observación, describe y clasifica. A partir de este descubrimiento, en el siglo XIX la locura pasa a ser considerada una enfermedad mental, que debe ser tratada, estudiada su evolución y las posibles causas; localizándose en su génesis hasta ese momento con exclusividad a causas orgánicas. En aquellos tiempos la locura se encontraba asociada a lo patológico, desde la clínica la locura le concierne al psicótico, al esquizofrénico. Desde el psicoanálisis, Freud planteaba “desde que el sujeto se interroga por el sentido de la vida, está enfermo ”; no de cualquier enfermedad, sino enfermo al nivel de lo que se llama deseo. Jacques Lacan por su parte, sostiene que estamos enfermos de lenguaje; el
lenguaje nos parasita en tanto nos preexiste. Nacemos en un mundo de lenguaje, somos incluso hablados desde antes de nacer, y esas palabras, esos significantes con los que el Otro social (materno, paterno) nos definen, nos nombran, muerden el cuerpo instaurando un modo de gozar (goce que abarca satisfacción y sufrimiento también); ello nos marca, nos determina de una u otra manera -algo con lo cual cada unx tendrá que hacer luego, en la
vida-. Al decir de Vaschetto, “El lenguaje lo hace todo, desde enloquecernos hasta deshacernos de nuestros padecimientos, desde soñar hasta imaginar, hacer vibrar las palabras en el amor hasta congelarlas en el odio”.
Hoy asistimos al desarrollo de la concepción del hombre despojado de sus cualidades, reducido a la cifra. La ideología de la evaluación empieza a aplicarse hace varias décadas, cuantificando el rendimiento -en el trabajo, por ejemplo- en función del par costo beneficio.
Es así cómo el hombre objetivado es susceptible de transformarse en mercancía, para ser medido, y cuantificado. Esta ideología del hombre económico se impone descaradamente en todxs, para mayor eficacia y máxima eficiencia.
De la locura en la salud mental, al saber hacer con la locura de cada unx
La promoción de la salud en la actualidad impone una exigencia sin límites, el máximo de salud y placer para todxs y por todos los medios disponibles. De este modo se configuran nuevas y amplias clasificaciones: depresión, ansiedad, ataques de pánico, bipolaridad, déficit de atención, entre otras.
La salud mental es un derecho humano fundamental, reconocido incluso por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la definición que da del concepto de salud, considerando a esta última un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no la simple ausencia de enfermedad.
Desde el psicoanálisis planteamos una apuesta al menos no tan ambiciosa, en tanto pensamos que la completud es un estado imposible de alcanzar, en tanto siempre va a haber algo que se escapa, que falla, que cojea. Podríamos decir más bien que la felicidad de vivir no es equivalente a vivir feliz sino que se acerca a la posibilidad de alcanzar la satisfacción aún en el reconocimiento de que indefectiblemente vivimos sin garantías.
En los tiempos de nuestra modernidad, imaginar un “estado de completo bienestar físico y mental y social” nos lleva a considerar la necesariedad de la locura en la salud mental. Es decir, es en este punto donde se sitúa que hay algo de locura en la salud mental y que no hay salud mental sin locura.
La ansiedad, los ataques de pánico, la depresión, el déficit de atención, entre otros, son nombres que la época ofrece para identificarse; desde el discurso analítico eso no nos dice nada del sufrimiento singular del sujeto. Al respecto, el psicoanálisis, es una práctica de la palabra y su orientación por lo singular, posibilita alojar las subjetividades una a una, acompañando a la invención singular de saber hacer con la locura de cada unx.
Camila Díaz Redondo. Lic en Psicología – M.P. 11716
Natalia Morandi. Lic. en Psicología – M.P. 5218
Secretaría de Bienestar, UNVM.